EL CAMBIO, EL COMPROMISO
Tras cumplir dos años de prisión en la cárcel de Dartmoor (Inglaterra), Tolentino empieza a replantear su forma de entender la vida en sociedad: “Mi educación había sido típicamente francesa: educación en la astucia, en la originalidad, una educación antitradicional, revolucionaria, según la cual no existen virtudes morales y todas las cosas son instrumentales, medios para alcanzar determinados fines…He necesitado siete años para alejarme de este pensamiento ‘moderno’. Así he comprendido por qué mis grandes maestros de poesía han sido Manuel Bandeira en Brasil, Ungaretti en Italia, Saint Jhon Perse en Francia y W. H. Auden en Inglaterra: eran todos católicos”.
Y entonces se entrega a Cristo: “Cristo es la sal. La sal no cambia el sabor de lo que se come, lo exalta; el pez se hace más pez, la carne más carne. Del mismo modo, el encuentro con Cristo no cambia lo que eres: te haces más tú mismo, es decir, te conviertes en lo que estabas destinado a ser. Hay un nivel de la persona que solo Dios puede conocer”.
Por eso, como todo viene de Dios, Tolentino, tan polémico y denunciador de falsedades académicas y literarias, escribe un breve poema que es toda una declaración de desprendimiento y de viraje de su escritura: su poesía y su soledad, máximos tesoros que él había atesorado, ahora pasan a formar parte del patrimonio entero de Dios, porque el Dios hecho hombre, el Amado galileo que otrora había tratado con marginales o descarriados, también ahora estaba dentro de él, conociéndolo:
A DIOS
Adiós, poesía,
Adiós, soledad.
Reciban una fría
caricia de mano,
la mano leve, afilada,
vacilante y tan
llena de emoción,
que casi es armonía,
casi paz, mi trémulo,
mi último adiós…
Tóquenlas, mis
dedos, mis remos
sueltos, pero dejémoslas,
démoslas a Dios.
VUELTA A LA PATRIA Y A DIOS
Su retorno a Brasil le representó, al margen de disputas intelectuales y enfermedades crónicas varias, un oportuno reconocimiento (en vida) sobre la valía de su obra poética, clásica y posmoderna al mismo tiempo, erudita y lírica a partes similares. No sólo el referido premio de 1994, sino también el mismo Jabutí de 2003, por su libro
El mundo como idea. Este galardón, repito, es el más prestigioso reconocimiento literario de su país.
Posiblemente Tolentino escribió estos versos para quienes insistían en cuestionarle o airear su pasado:
Sólo el santo ha de llegar al cielo
mejor de lo que de allí bajó:
pero quiera Dios que al tocarle la puerta
todos estén bien limpios,
mucho más limpios que yo…
No le faltaron críticos (en vida y en muerte), pero entiendo que eso ya lo tenía asumido, más aún en sus últimos años, con Dios dentro de él. Algunos ejemplos de cristianos entregados y sufrientes le conmovían profundamente. Él, un tanto disminuido por enfermedades y problemas, solía decir: “Cada uno debe recorrer su propio camino, identificarse con él y ofrecer el propio sacrificio. Para mí el martirio es otro: es soportar a aquellos que no comprenden de qué estoy hablando con mi poesía”. Y escribe otro poema que de forma diáfana su transformación y entrega a Dios:
NIHIL OBSTAT
II
Es necesario que la música aparente
en vaso armonizado por el aceite
sea perfectamente consistente
con el gesto interior, su compañero
y hacedor. El vaso encierra el aroma
y los ritmos de la tierra y de la simiente
porque antes de ser forma fue primero
humildad de barro paciente.
Dios, que concibe el cántaro y lo separa
de la arcilla lentamente, fue haciendo
de mi aprendizaje Su compendio
de opacidades cada vez más claras,
y con silencios siempre más espléndidos
fue limando, aguzando lo que escuchara.
COLABORADOR DEL ESPÍRITU SANTO
Aquí otro testimonio de esa conversión: “Cuando apenas tenía veintitrés años me dijeron que era un buen poeta, pero esto no es algo que pueda considerarse mérito mío. Más bien era la consecuencia de mi educación, de los lugares que frecuentaba; y sin duda en este proceso formativo tiene que ver la gracia del Espíritu Santo. A los veinte años gané el Premio ‘Revelação’ con el libro
Anulação y Outros Reparos; he escrito otros dos libros en Francia:
Le Vrai Le Vain y
Au Colloque des Monstres. Ya en Inglaterra produje
About the Hunt. Con la conversión mi poesía ha madurado hasta llegar a ser infinitamente más importante. Entre los 17 y los 39 años viví a mi manera; desde los cuarenta he iniciado mi camino de retorno. El Espíritu Santo siempre ha colaborado conmigo, pero sólo en ese momento comencé a colaborar con él”.
Tolentino se encomendó al Espíritu con las lágrimas de sus versos felices. Presentamos otros poemas de él, el primero que recrea la escena de Jesús resucitado y Magdalena (Lc 20). El segundo es un magnífico texto que gustará todo cristiano autémtico.
NOLI ME TANGERE
No toques en el manto,
no toques en el aire,
no toques en la cuerda
de la lira invisible,
no toques en nada.
Toca la mano de la sorpresa,
la mano tutelar
del asombro, y despierta
por la otra realidad posible,
¡maravillada!
HASTA LUEGO
VII
De langostas y de miel salvaje
Juan se alimentaba, ¡pero Tu pan,
Tu palabra, me alimentarán!
Caminaré en el cielo como peatón
de la eternidad y allí, en aquel suelo,
por fin el cuerpo que me prometiste
será como Tu cuerpo, de humildad
vestido y proclamado por el hábito.
Y he de volar detrás de langostas,
sólo por volar, y probaré de la miel
que no se acaba, que cambia el gusto
y la lengua, y como Juan por Salomé
perderé la cabeza por la satisfacción
de ver a Quien veo y estar siempre a Sus pies.
(*) Todos los poemas son traducciones inéditas al castellano hechas por A. P. Alencart.
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